Hogar, dulce hogar

Salto al espacio



El cohete “Saturn V” que llevó a Neil Armstrong y a Buzz Aldrin a la superficie de la Luna tenía un peso cercano a las 3,000 toneladas. Sabemos que dicho cohete no llegó completo hasta la Luna. De hecho, llegaron solamente los módulos, lunar, de servicio y de comando -en el que viajaban los astronautas-, que sumaban una mínima parte de la masa total del cohete. Esto es lo esperado en una misión espacial, dado que, para impulsar a un satélite o a una nave espacial hasta una órbita terrestre y más allá, es necesario emplear enormes cantidades de combustible para vencer la fuerza de gravitación de la Tierra. Dicho combustible es almacenado en cada una las etapas que forman el cuerpo del cohete, las cuales deben desprenderse y desecharse una vez que agotan su combustible. Así, en el caso de la misión “Apollo XI”, las 3,000 toneladas de peso inicial se redujeron a menos de 50 toneladas una vez que la misión entró en una órbita lunar.

El costo de poner un satélite en órbita refleja entonces, tanto el combustible empleado para el ascenso, como la inversión en los cohetes de desecho. Esta inversión puede ser astronómica. Por ejemplo, según un artículo aparecido el pasado mes de agosto en la revista “Science”, el costo para poner en órbita terrestre una masa de un kilogramo por medio del transbordador espacial de la NASA era de 65,000 dólares, mientras que los costos correspondientes del “Saturn V” y del nuevo cohete de la NASA son de 5,400 dólares y de 58,000 dólares, de manera respectiva.

A diferencia de la exploración espacial de los primeros tiempos que fue impulsada con dinero público, en la actualidad existe una considerable actividad espacial por parte de empresas privadas, entre las que destaca “Space X” de Elon Musk. Esta compañía ha buscado reducir los costos para poner satélites en órbita. Para esto, ha desarrollado la tecnología necesaria para recuperar y reusar los cohetes empleados para este propósito. En este sentido, es posible encontrar en Internet filmaciones espectaculares en las que vemos a un cohete aterrizando suavemente en posición vertical, en tierra o en una plataforma marina, sostenido por sus motores.

Por medio del cohete gigante “Starship” -de 120 metros de altura- y empleando la tecnología de recuperación de cohetes, “Space X” espera reducir el costo de colocar a un satélite en órbita a 10 dólares por kilogramo, lo que, según los expertos, cambiaría radicalmente a la industria espacial. En particular, incrementaría sustancialmente el número de satélites en órbita y con esto y todas las aplicaciones que de ellos derivan, incluyendo una observación más detallada de la superficie de la Tierra. De hecho, para lograr una reducción tan drástica en el costo para colocar una carga en órbita, sería necesario un incremento sustancial en el número de lanzamientos al espacio. Así, según Elon Musk, un solo cohete “Starship” podría realizar tres viajes semanales al espacio y con esto poner en órbita 15,000 toneladas, lo que sería casi equivalente a toda la carga que ha sido puesta en órbita en toda la historia espacial.

No todos los expertos, sin embargo, están de acuerdo en que es posible una reducción tan drástica en los costos para colocar satélites en órbita. En este sentido, se ha hecho notar que, a pesar de que “Space X” cuenta con la tecnología para recuperar cohetes, esto no ha impactado mayormente lo que dicha compañía cobra a sus clientes, que es de 2,600 dólares por kilogramo empleando su cohete “Falcon 9”. No es claro, sin embargo, si esto refleja una estrategia comercial de la compañía para mantener el costo de sus servicios, que son los más bajos del mercado.

Por lo demás, independientemente del factor por el que “Space X” logre reducir sus tarifas, el ingreso de compañías privadas a la industria espacial la han colocado en una nueva dinámica que pronto nos hará percibir los espectaculares logros de la década de los años sesenta del siglo pasado -que nos llevaron a la Luna- como algo lejano y, ahora sí, del siglo pasado.

Comentarios

  1. Es evidente el enorme desarrollo, principalmente tecnológico que ha logrado Space X, y por supuesto el impacto en la cantidad de toneladas que pudiesen o que podrán ser llevadas al espacio. Es curioso resaltar como el desarrollo avanza hacia posibilitar la visión inicial que se tuvo, de viajes espaciales de naves lntegrales, pero al mismo tiempo vale considerar otros desarrollos que están ocurriendo, como la miniaturizacion, que además de contribuir al avance, y en combinación con otras disciplinas, como la de navegación auxiliada por inteligencia artificial permitirán que los satélites disminuyan de tamaño, como ya de hecho está ocurriendo


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