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En efecto, un reporte publicado en la revista Earth System Science Data, elaborado por un numeroso grupo internacional de especialistas, proyecta que las emisiones de gases de invernadero en 2022 se incrementarán 1 por ciento con respecto a 2021, alcanzado un nivel récord, ligeramente superior al nivel prepandemia de 2019. De este modo, se espera que la concentración de dichos gases en la atmósfera alcance 417 partes por millón, valor que es más de 50 por ciento superior al que prevalecía al inicio de la revolución industrial. De seguir la emisión de gases de invernadero creciendo al ritmo actual, en nueve años se alcanzará la concentración máxima estimada para limitar a 1.5 grados centígrados el incremento de la temperatura global con respecto a su valor preindustrial.
Sabemos que los principales gases de invernadero son el dióxido de carbono y el metano, formado este último por átomos de hidrógeno y carbono. El carbono juega entonces un papel central en los problemas climáticos por lo que estamos pasando y podríamos quizá considerarlo como el villano de la película. En este sentido, habría que señalar que en el planeta contamos con átomos de carbono distribuidos en diferentes formas químicas en la atmósfera, en la vegetación, en el mar y en el suelo. El número total de átomos es fijo, pero a través del ciclo del carbono pueden pasar de una forma a otra. Así, a través del proceso de fotosíntesis, las plantas generan y almacenan carbono en la forma de carbohidratos a partir del dióxido de carbono en la atmósfera. El carbono almacenado puede posteriormente regresar a la atmósfera como dióxido de carbono a través del proceso de respiración de las plantas o a través de un proceso de combustión. De manera similar, el carbono puede ser intercambiado entre la atmósfera y el mar o entre la atmósfera y el suelo.
Todos los procesos del ciclo del carbono llegaron a un equilibrio a lo largo de un tiempo muy largo, equilibrio que ha sido alterado por las actividades humanas en los últimos doscientos cincuenta años. En este sentido, el proceso más importante ha sido la quema de combustibles fósiles, que implica la liberación en la atmósfera, como dióxido de carbono, del carbono almacenado por cientos de millones de años en el subsuelo.
Otro proceso que contribuye de manera importante, aunque en menor medida, al cambio climático es el cambio en el uso del suelo. Por ejemplo, la deforestación para abrir tierras al cultivo, la cual implica la transferencia a la atmósfera del carbono almacenado en las plantas y la eliminación del sumidero de carbono que constituye las áreas deforestadas. Los principales países que contribuyen a la emisión de gases de invernadero por el cambio de uso del suelo son Indonesia, Brasil y la República Democrática del Congo.
Varias decenas de miles de delegados de 200 países asisten a la COP27, entre los que, sin embargo, no se encuentra ni el presidente de China, el mayor emisor de gases de invernadero, ni el primer ministro de la India, el tercer mayor emisor de estos gases. Tampoco asiste el presidente de Rusia, el cuarto mayor emisor de gases de invernadero. En contraste, según el diario El País, a la cumbre climática asisten 636 delegados que son empleados, o están ligados, a compañías de combustibles fósiles.
En estas circunstancias, habría que reconsiderar llamar al carbono el villano de la película, con la seguridad de que habrá abundancia de candidatos para dicho título. Además de que, pensándolo bien, el carbono está lejos de ser un villano. De hecho, el carbono es la base de la vida. En particular, estamos todos hechos de carbono y sin su concurso ninguno de nosotros habría visto la luz en este planeta.
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San Luis Potosí
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