El primer laboratorio científico de la historia

Reevaluación histórica



Después de 1,500 años de permanecer en la oscuridad, la existencia de un emperador romano de nombre Esponsiano habría sido revelada hace dos siglos cuando se descubrieron monedas romanas de oro con su efigie. Si bien hemos de señalar que la autenticidad de dichas monedas ha sido puesta en duda y por tanto también lo ha sido la existencia de Esponsiano, un artículo aparecido esta semana en la revista PLOS ONE proporciona pruebas de que dichas monedas sí son auténticas. El artículo fue publicado por un grupo de investigadores encabezados por Paul Pearson del University College London.

De acuerdo con Pearson y colaboradores, una nota escrita a mano en 1713 por Carl Gustav Heraeus, quien era Inspector de Medallas de la Colección Imperial en Viena, documenta la adquisición de ocho monedas de oro de cinco diseños diferentes, una de la cuales mostraba la efigie de Esponsiano. Estas monedas eran parte de un lote de monedas que habría sido descubierto en 1713 en Transilvania, en la actual Rumania. Heraeus adquirió solamente parte del lote; el resto se dispersó entre diferentes compradores.

En su artículo, Pearson y colaboradores reportan los resultados de un estudio llevado a cabo con cuatro monedas que habrían formado parte del lote descubierto en Transilvania y que son actualmente parte de la colección del museo The Hunterian de la Universidad de Glasgow. Una de estas monedas muestra la efigie de Esponsiano, mientras que las otras tres muestran a emperadores romanos bien conocidos, una de ellas a Gordiano III y las otras dos a Felipe I o a Felipe II. De acuerdo con los investigadores, el diseño de cuatro monedas comparten muchas características que hacen pensar que fueron fabricadas por una misma persona. En particular, las monedas retratan a los emperadores con mentones prominentes y ojos saltones. La similitud entre las monedas puede ser apreciada en el artículo citado, de consulta libre por Internet.

En un primer momento, se pensó que las monedas descubiertas en Transilvania eran auténticas, si bien imitaciones burdas de monedas romanas fabricadas “más allá de los límites del imperio”. Igualmente, se consideró que Esponsiano fue un usurpador local, que habría aprovechado el desorden imperante durante la llamada crisis del siglo III del Imperio romano. En 1868, sin embargo, como apuntan Pearson y colaboradores, el experto más prominente en el tema declaró que las monedas eran “falsificaciones mal hechas y ridículamente concebidas”. A la fecha el asunto no había sido esclarecido, y en estas circunstancias, los investigadores se propusieron estudiar las cuatro monedas de la colección de The Hunterian con técnicas modernas de análisis para tener más elementos de juicio.

Durante su investigación, Pearson y colaboradores tomaron imágenes de las monedas empleando luces visible, infrarroja y ultravioleta. Observaron también las monedas con un microscopio electrónico que les permitió hacer un análisis químico de su superficie. Llegaron a la conclusión que las monedas muestran rayones que evidencian un degaste natural durante el tiempo que estuvieron en circulación, y no un desgaste artificial que habría sido ocasionado por un intento de falsificación. Igualmente, encuentran depósitos minerales en la superficie de las monedas que evidencian que estuvieron enterradas por un tiempo largo.

En base a sus resultados, Pearson y colaboradores llegan a la conclusión que muy probablemente las monedas encontradas en Transilvania son auténticas y que Esponsiano debe ser históricamente reevaluado. Especulan los investigadores que Esponsiano habría sido un comandante militar en Dacia -actual Transilvania-, que fue una provincia en los extremos del Imperio romano, y que habría tomado el poder durante la crisis de siglo III, a lo largo de la cual hubo un cambio constante de emperadores que llegaban al poder por la vía militar.

Tendríamos así que Esponsiano es un emperador que ha llegado a la historia por la puerta de atrás, por decirlo de alguna manera, y que sin las técnicas modernas de análisis no habría quizá pasado de ser un personaje ficticio inventado por un falsificador de monedas. Por otro lado, hay también que señalar que, en la medida que se desarrollen técnicas científicas para averiguar el pasado, la puerta de atrás podría convertirse en la puerta del frente.

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