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Historias de Navidad



Habiéndose ya iniciado el llamado puente Guadalupe-Reyes, lleno de fiestas y celebraciones y en general de momentos de ocio, es ilustrativo considerar algunos descubrimientos científicos que se llevaron a cabo justamente durante el periodo de fiestas decembrinas y que por su enorme impacto han dado forma a la sociedad actual. Dichos descubrimientos fueron realizados por científicos que decidieron no participar en dichas fiestas; o bien que decidieron hacerlo de manera moderada.

Empezaremos por considerar el avistamiento el 25 de diciembre de 1758 del cometa Halley por el astrónomo aficionado Georg Palitzsch, el cual había sido predicho en 1705 por Edmund Halley. Halley sospechaba que los cometas avistados en 1531, en 1607, y por él mismo en 1682, eran en realidad un mismo cuerpo celeste que visitaba nuestra vecindad de manera periódica. Para poyar su hipótesis, Halley utilizó las entonces nuevas leyes de gravitación y del movimiento de Isaac Newton para calcular la órbita que tendría dicho cuerpo en su viaje alrededor del Sol. Basado en sus cálculos, Halley predijo que volveríamos a ver al cometa en 1758, como efectivamente ocurrió. En su tiempo, esto constituyó una espectacular confirmación de las teorías de Newton sobre la mecánica del movimiento y demostró el poder del método científico.

Un segundo ejemplo es el descubrimiento de la fisión nuclear llevado a cabo durante las vacaciones de diciembre de 1938 por Lise Meitner y Otto Frisch. Meitner fue una investigadora de ascendencia judía que, por esta circunstancia, tuvo que abandonar su puesto de trabajo en el Instituto Kaiser Wilhem en Berlín -de manera precipitada y con solo dos pequeñas maletas como equipaje- y refugiarse en Estocolmo. En Berlín, Meitner, juntamente con Otto Hahn y Fritz Strassmann, llevaron a cabo experimentos en los que bombardearon átomos de uranio con neutrones. Con su huida a Suecia, Meitner interrumpió sus experimentos en Berlín, pero siguió en contacto con Hahn, quien, en una carta fechada el 19 de diciembre de 1938, le hizo saber que al bombardear uranio con neutrones se producían átomos de bario que es un elemento con un peso que es aproximadamente la mitad del peso del uranio. Hahn no tenía una idea clara de cómo se generaba el bario y Meitner se dio a la tarea de encontrar una explicación sólida. Así, juntamente con su sobrino Otto Frisch que la visitaba durante las fiestas de diciembre, descubrió el misterio: el bombardeo de neutrones parte al átomo de uranio en dos pedazos, desprendiendo una enorme cantidad de energía.

Este descubrimiento, en primera instancia, dio origen a las bombas nucleares que destruyeron Hiroshima y Nagasaki al final de la Segunda Guerra Mundial, y posteriormente a la bomba atómica de fusión, todavía más poderosa, que tuvo en vilo al mundo a lo largo de la llamada guerra fría. El descubrimiento de Meitner y Frisch condujo igualmente al desarrollo de los reactores nucleares para la generación de energía eléctrica.

Un tercer ejemplo es la demostración del transistor llevada a cabo el 23 de diciembre de 1947 por John Bardeen y Walter Brattain en los Laboratorios Bell en Nueva Jersey, Estados Unidos. Inmediatamente después de esta demostración, como lo relatan Michel Riordan y Lillian Hodeson en su libro Crystal Fire, William Shockley, también de los Laboratorios Bell, se encerró en un cuarto de hotel para desarrollar la teoría de operación de los transistores que todavía está vigente. Como sabemos, la invención del transistor ha producido un cambio radical en nuestra civilización y con el tiempo ha llevado al desarrollo de las computadoras y de la red Internet, así como a toda una gama de aparatos electrónicos.

Los anteriores son solo algunos ejemplos de descubrimientos científicos que han sido de enorme trascendencia y que han sido llevados a cabo durante las fiestas del mes de diciembre. No podríamos, sin embargo, pensar que diciembre es un mes especial en este sentido, de modo que, asumiendo que los científicos estén más interesados en su trabajo que en las fiestas decembrinas, los descubrimientos importantes deben repartirse por igual a lo largo de los doce meses del año.

Por lo demás, al margen de llevar a cabo una investigación para determinar la veracidad de esta última afirmación, nos aventuramos a sugerir que el puente Guadalupe-Reyes no es precisamente un promotor del avance científico del país.

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