El primer laboratorio científico de la historia

Mini planeta



De acuerdo con cifras de la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica de los Estados Unidos, el nivel promedio de mar a nivel global se ha incrementado aproximadamente 20 centímetros desde 1880; es decir, se ha elevado a una velocidad promedio de 1.5 milímetros por año en el último siglo y medio. Según la misma fuente, en el período 2006-2015, dicha velocidad promedio se ha más que duplicado, alcanzando 3.6 milímetros por año. Nos explican los expertos que, entre los factores que provocan la elevación del nivel del mar, se encuentran la fusión de los hielos polares en Groenlandia y en la Antártida, y la expansión del agua del océano en la medida que se eleva su temperatura por el cambio climático.

No son estos factores, sin embargo, los únicos que contribuyen al crecimiento del nivel del mar, y en este sentido, un artículo aparecido esta semana en la revista “Geophysical Research Letters”, reporta los resultados de un estudio llevado a cabo para determinar la influencia que la extracción del agua subterránea tiene sobre el incremento del nivel de los océanos. El estudio fue publicado por un grupo de investigadores encabezado por Ki-Weon Seo, de la Universidad Nacional de Seúl, en Corea del Sur.

Como sabemos, la sobreexplotación de los mantos acuíferos es uno de los problemas que enfrenta el mundo y lleva al agotamiento de los depósitos de agua subterránea. Traer agua subterránea a la superficie, además, tiene el efecto de incrementar el nivel del agua superficial. Así, Seo y colaboradores señalan que, por medio de un modelo climático, se estima que entre 1993 y 2010 se extrajo del subsuelo suficiente agua para incrementar el nivel de los océanos en 6.24 milímetros. Antes de iniciar su investigación, sin embargo, no existían evidencias directas que corroboraran esta cifra. En estas condiciones, los investigadores decidieron determinar el efecto que, sobre el nivel del mar, ha tenido el agua subterránea traída a la superficie. El método que siguieron para cumplir con sus objetivos resulta, quizá, sorprendente, pues los investigadores se basaron en la desviación sufrida por el eje de rotación de la Tierra entre 1993 y 2010.

¿Por qué la extracción de agua subterránea influye en la orientación de este eje? Para entenderlo, pensemos en la Tierra como un trompo gigante que gira alrededor de un eje inclinado, completando un giro en 24 horas. Dicho eje, a su vez, gira con un movimiento de precesión, completando un ciclo en alrededor de 26,000 años, y lleva a cabo otros movimientos que dependen de las fuerzas a las que está sujeto el planeta por otros cuerpos celestes. Adicionalmente, la orientación del eje de rotación de la Tierra es sensible a una redistribución de masa en el planeta, como lo que puede ocurrir durante un terremoto de gran magnitud. Lo mismo que por la extracción a la superficie de grandes cantidades de agua subterránea, que es el caso que nos ocupa.

Como resultado de su estudio, Seo y colaboradores encuentran que para explicar la desviación del eje de rotación de la Tierra observada entre 1993 y 2010, es necesario considerar, aparte de otros factores, el volumen de agua subterránea extraída que arroja el modelo climático. Solamente por esta extracción, el eje de rotación se habría movido cerca de 80 centímetros.

Si bien los expertos descartan que la desviación del eje de rotación de la Tierra por la extracción de agua subterránea pueda afectar el clima del planeta, las conclusiones del trabajo de Seo y colaboradores resultan apabullantes: sin importar el enorme tamaño de la Tierra, hemos logrado modificar su eje de rotación en un tiempo récord. Se confirma así que el planeta ya nos quedó chico. El problema, sin embargo, es que no tenemos otro de que echar mano.

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