El primer laboratorio científico de la historia

Los años por venir



El bien conocido escritor de ciencia ficción Isaac Asimov publicó en el año de 1940 el cuento o novela corta que lleva por título, ”Robbie”, en la que relata la historia de Gloria, una niña de ocho años, y su compañero de juegos Robbie, un robot humanoide que interactuaba con Gloria como lo haría otro niño o niña compañera de juegos. Era tal el apego de Gloria por Robbie, que sus papás estaban preocupados por la posibilidad que la relación de Gloria con el robot pudiera de alguna manera perturbar su futura adaptación social, tal como lo podrían estar ahora los papás por el apego de sus hijos a los teléfonos móviles y a las redes sociales.

Más allá de adentrarnos en la historia de Gloria y Robbie y los esfuerzos infructuosos de sus padres por separarlos, nos limitaríamos a señalar que Asimov fue un visionario que escribió su novela en un momento cuando no se había aun construido la primera computadora digital de uso general, lo que ocurrió en el año de 1946. Y que, por supuesto, sin computadoras no sería posible construir un robot con las características de Robbie.

En sus novelas, Asimov se adelantó por décadas a su tiempo e imaginó un futuro en el que los robots llevan a cabo de manera más eficiente actividades que tradicionalmente son realizadas por los humanos. Va incluso más allá y plantea la posibilidad de interacciones entre humanos y robots en términos igualitarios, tal como la que describe entre Gloria y Robbie.

En concordancia con la visión de Asimov, los robots juegan un papel cada vez más importante en el mundo. Sabemos, por ejemplo, que se emplean en las fábricas de automóviles y que su uso en la industria en general y en un gran número de aplicaciones está en aumento. Así, se nos plantea un escenario en el que los robots son usados, no solamente como herramientas para realizar funciones de manera más rápida y eficiente, sino en roles de igualdad con los humanos, como los imaginados por Asimov hace ochenta años, en los que una niña interactúa de manera estrecha con un robot.

En este contexto, un artículo aparecido el pasado 18 de octubre en la revista “Frontiers in Robotics and AI”, se reportan los resultados de un experimento llevado a cabo para determinar la eficiencia de un grupo de trabajadores de una fábrica de tarjetas electrónicas que llevan a cabo sus tareas en colaboración, en términos de igualdad, con un robot. De manera específica, a los trabajadores se les encarga revisar visualmente las tarjetas electrónicas producidas por la fábrica en busca de fallas que afecten su funcionamiento. Las tarjetas son también revisadas por un robot para hacer una doble verificación. El artículo fue publicado por un grupo de investigadores encabezado por Dietlind Helene Cymek, de la Universidad Técnica de Berlín.

Cymek y colaboradores sabían que, si bien una doble revisión tiene como objetivo reducir el número de tarjetas defectuosa que no son detectadas, un trabajador puede poner menos empeño en su actividad cuando trabaja en equipo que cuando lo hace de manera individual. Las razones para este comportamiento son varias. Por ejemplo, al saber un trabajador que otro compañero revisó previamente la tarjeta, pondrá menos esfuerzo en su propia revisión. Adicionalmente, dado que la recompensa que recibiría por identificar todas las tarjetas defectuosas está compartida con otro compañero, tiene menos incentivos para dar su máximo esfuerzo, mismo que llevaría a cabo si fuera el único responsable del trabajo. La investigación llevada a cabo por Cymek y colaboradores, por otro lado, tiene un elemento original: la colaboración en el trabajo no se da con otros compañeros humanos, sino con un robot.

En el estudio reportado en el artículo de referencia participaron 42 trabajadores, divididos en dos grupos. Los integrantes de uno de los grupos trabajaron individualmente, mientras que los del otro grupo lo hicieron en colaboración con un robot. En este último caso, los trabajadores recibieron circuitos que previamente habían sido revisados por el robot, lo que era de su conocimiento. El estudio mostró que los trabajadores que trabajaron solos encontraron un promedio de 4.2 defectos, mientras que aquellos que trabajar en equipo con el robot encontraron un promedio de solamente 3.3 defectos.

Así, Cymek y colaboradores encuentran que el mismo efecto de “holgazanería social” que ocurre cuando una persona trabaja en equipo con otras personas, tiene lugar también cuando las personas trabajan en equipo con un robot, que sería percibido como altamente eficiente en virtud de su perfección tecnológica. Habría que ver si, en la visión de Asimov, esta percepción se extiende en el futuro a otras esferas de interacción con los robots. Por ejemplo, la que de manera ficticia se dio entre Gloria y Robbie.

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