Hogar, dulce hogar

Un cálido futuro



Sabemos que el cuerpo debe mantener una temperatura de alrededor de los 37 grados centígrados y para esto debe disipar el exceso de calor generado por su metabolismo a través de diferentes mecanismos. Uno de estos mecanismos involucra al sudor, que actúa como un refrigerante que absorbe calor del cuerpo al evaporarse en contacto con la piel. La eficiencia de la sudoración como mecanismo de refrigeración corporal, sin embargo, depende de las condiciones ambientales, específicamente de la humedad atmosférica.

Podemos entender este hecho de la siguiente manera. Cuando el sudor en contacto con la piel se evapora, lo hace tomando una cierta cantidad de calor y contribuyendo así a disminuir la temperatura del cuerpo. Para que el sudor se evapore, sin embargo, la atmósfera debe estar en capacidad de recibirlo y esto depende de la cantidad de vapor de agua que ya contiene; es decir, de la humedad atmosférica. Así, si la atmosfera está saturada de humedad, el sudor no podrá evaporarse y perderá su capacidad como refrigerante. En caso de que la saturación del aire no sea completa, el sudor conservará esta capacidad, pero reducida en mayor o menor grado dependiendo del grado de saturación de humedad de la atmósfera.

Sabemos por experiencia que, efectivamente, el sudor pierde su capacidad refrigerante en ambientes húmedos, de modo tal que la incomodidad que produce una temperatura de, por ejemplo, 40 grados centígrados, es mayor en un clima húmedo que en uno seco. Este hecho nos es familiar y no nos produce demasiada preocupación. Podría, sin embargo, convertirse en un dolor de cabeza por el cambio climático que está produciendo eventos de calor extremo.

Con relación a esto último, consideran los expertos que la máxima temperatura de bulbo húmedo compatible con el funcionamiento del cuerpo es de 35 grados centígrados. Más allá de este valor, el cuerpo no podría regular su temperatura y podría sobrevenir la muerte. Hay que señalar que una temperatura de bulbo húmedo -medida con un termómetro cuyo bulbo está envuelto en una tela húmeda- es una medida, no solamente de la temperatura del aire, sino también de la humedad atmosférica, y que de alguna manera refleja el grado de incomodidad que experimentamos. Si la humedad atmosférica es del 100 por ciento, la temperatura de bulbo húmedo coincide con la temperatura de bulbo seco, que es la que nos es familiar. Por otro lado, con una humedad atmosférica de 75 por ciento, una temperatura de bulbo húmedo de 35 grados centígrados corresponde a una temperatura del aire de 41 grados centígrados.

Según los expertos, solamente por excepción han ocurrido, por breves periodos de tiempo, episodios que han alcanzado una temperatura de bulbo húmedo de 35 grados centígrados. Estos episodios, sin embargo, serán más frecuentes en la medida en que avance el cambio climático, según concluye un artículo aparecido el pasado 9 de octubre en la revista “Proceeding of the National Academy of Sciences” de los Estados Unidos. El artículo fue publicado por un grupo de investigadores encabezado por Daniel Vecellio de Pennsylvania State University.

Vecellio y colaboradores consideran cuatro escenarios, con incrementos de temperatura atmosférica de 1.5, 2, 3 y 4 grados centígrados con respecto a sus valores preindustriales. Hacen notar que hemos sobrepasado ya 1 grado centígrado de incremento y que, de no mitigarse la emisión de gases de invernadero, se alcanzarían los 3 grados centígrados en el año 2100.

En su análisis, los investigadores encuentran cuatro áreas particularmente vulnerables: el norte de la India, el este de China, el Medio Oriente y el África subsahariana. Por ejemplo, con un incremento de 2 grados centígrado en la temperatura atmosférica, la ciudad de Lahore, Pakistán, experimentaría 147 horas anuales con temperaturas de bulbo húmedo que excederían los 35 grados centígrados, mientras que un incremento de 3 grados centígrados elevaría este número de horas a 447. Números similares se obtienen para la ciudad de Bandar Abbas en Irán. Un caso especial es la ciudad de Al Hudaydah Ade en Yemen, que experimentaría 300 días anuales con exceso de temperatura, si se incrementara la temperatura atmósfera por 4 grados centígrados, lo que la convertiría en inhabitable. Además, habría que mencionar que las áreas más afectadas se encuentran entre las más pobladas del mundo. Con respecto a nuestro país, de manera afortunada la situación no luce tan sería y solamente habría consecuencias para la región noroeste y para la costa del golfo de México si la temperatura atmosférica tuviera un incremento de 4 grados centígrados.

En palabras de Vecellio y colaboradores: “Estos resultados indican que una porción significativa de la población mundial experimentará, por primera vez en la historia de la humanidad, exposiciones prolongadas a un calor húmedo extremo no compensable”.

Ciertamente, la situación en las próximas décadas no luce muy promisoria.

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