Hogar, dulce hogar

Abogados computacionales



En el año 1900, el 41 por ciento de los trabajadores norteamericanos eran agricultores, mientras que en el año 2000 este porcentaje se redujo al 2 por ciento. Esta drástica reducción fue debida a la mecanización de la agricultura y al incremento consecuente en la productividad agrícola, que redujo el número de trabajadores necesarios para mantener la producción de alimentos. Esta reducción es un ejemplo dramático de la pérdida de puestos de trabajo por un avance tecnológico; en este caso por el desarrollo de maquinaria agrícola que eficientizó la producción de los granjeros estadounidenses.

El caso no es único, por supuesto, y la pérdida de trabajos es un suceso común cuando irrumpe una nueva tecnología. Así, los profesionales con habilidades para la mecanografía encontraron que las mismas ya no les eran útiles para encontrar un trabajo. De la misma manera que los profesionales de la fotografía del siglo pasado se encontraron con que sus habilidades para revelar negativos fotográficos e imprimir fotografías eran obsoletos ante la aparición de las cámaras fotográficas digitales. Los trabajos secretariales o de fotografía profesional, por otro lado, no desaparecieron, sino que se transformaron, demandando nuevas habilidades: para manejar el procesador de palabras de una computadora o para imprimir fotografías digitales.

La destrucción de puestos de trabajo y la creación de otros nuevos con habilidades diferentes ocurre ante la irrupción de una nueva tecnología, proceso que ha ocurrido rápidamente en el caso de la tecnología de la computación. Particularmente en lo que se refiere a la inteligencia artificial y la minería de datos, que son tecnologías disruptivas que se apuntan para hacer desaparecer y al mismo tiempo crear muchos puestos de trabajo en un sinnúmero de áreas.

Consideremos, a manera de ejemplo, la profesión de abogado y en particular el concepto de “abogado computacional” acuñado por un grupo de investigadores encabezado por Dell Zhang de Thomson Reuters Lab., en el artículo intitulado “Haciendo un abogado computacional”. Dicho artículo apareció el pasado mes de abril en las memorias del congreso “SIAM International Conference on Data Mining”, y fue comentado por los autores el pasado 1 de diciembre en “SIAM News”.

De acuerdo con Zhang y colaboradores, el concepto de abogado computacional se refiere a: “Un software inteligente capaz de ayudar a los abogados humanos con una amplia gama de tareas legales complejas de alto nivel”. Como apuntan los autores, el software iría más allá de simplemente llevar a cabo tareas mundanas de procesamiento de información legal, tal como la redacción de escritos legales para la acusación o la defensa en el tribunal que pueden ser realizadas por ayudantes, y auxiliarían a los abogados humanos con tareas complejas, incluyendo la elaboración de escritos para acusación o defensa ante el tribunal. El abogado computacional tendría acceso a una extensa base de datos legales y una vez que alcance un cierto grado de madurez, “podría empezar a exhibir habilidades emergentes, una de las cuales es el razonamiento legal”.

Como comentan Zhang y colaboradores, un futuro abogado computacional debe cumplir ciertos requisitos. Primeramente, debe actualizarse y mantenerse al día con cambios en el ámbito legal. Para facilitar este proceso podrá emplear técnicas de aprendizaje continuo, desaprendizaje automático y minería de datos. Deberá también razonar dentro de los límites del ámbito legal de la jurisdicción relevante, y sus opiniones y sentencias jurídicas deben derivar de leyes y normas pertinentes. Los abogados computacionales deberán ser capaces de “captar detalles sutiles y matices en las instrucciones de otros abogados o clientes legales. También deberían ser enseñables, en el sentido de que sigan aprendiendo de las demostraciones y comentarios humanos”.

Zhang y colaboradores no esperan que los abogados computacionales reemplacen a los abogados humanos, “sino que colaboren con ellos como socios competentes y confiables”. Sin embargo, si atendemos a las características que listan en su artículo, los futuros abogados computacionales aprenderían y se mantendrían al día como humanos, razonarían como humanos, redactarían sus escritos como humanos, y se comunicarían con otros abogados como humanos. Así, como abogados, les faltaría poco para ser indistinguibles de los humanos. Y dada la velocidad a la que está avanzando la tecnología de inteligencia artificial, cabe preguntarse si llegará el tiempo en el que, tal como sucedió con granjeros, mecanógrafos y fotógrafos, los abogados humanos tengan problemas para encontrar un trabajo.

Esto estaría por verse, pero lo que sí es claro es que tal posibilidad debe ser tomada en cuenta en los planes de formación de nuevos abogados (humanos).

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