El primer laboratorio científico de la historia

Un adorno navideño muy especial



El día de mañana habrán transcurrido dos años desde que el 25 de diciembre de 2021 la NASA lanzó al espacio el telescopio James Webb, y lo colocó en una órbita alrededor del Sol a una distancia de 1.5 millones de kilómetros de nuestro planeta -aproximadamente cuatro veces la distancia Tierra-Luna-. Dicho telescopio está equipado con dos cámaras infrarrojas, que a lo largo de los dos últimos años nos han proporcionado imágenes espectaculares del Universo con una resolución sin precedente. Una de estas imágenes fue dada a conocer por la NASA el pasado 10 de diciembre y será parte de un calendario de adviento incluido en la decoración navideña de la Casa Blanca del presente año.

La imagen en cuestión corresponde a Cassiopeia A, un objeto en el firmamento distante de la Tierra unos 11,000 años luz. Los astrónomos saben que este objeto corresponde a un remanente de supernova, es decir, de una estrella que colapsó al final de su vida liberando una enorme cantidad de energía. Dicha imagen fue tomada con luz infrarroja que es invisible al ojo humano. Empleando falso color, sin embargo, la NASA tradujo la luz infrarroja a luz visible y construyó una imagen que puede ser apreciada a simple vista.

La imagen de Cassiopeia A, que puede observarse en el comunicado de la NASA, es ciertamente, espectacular y podría ser utilizada para decorar un árbol navideño como apunta la agencia espacial. Nos muestra un anillo brillante en expansión de 10 años luz de diámetro, con una estructura intrincada y colores naranja y rosa. Vista desde la Tierra, la explosión estelar habría ocurrido hace unos 350 años. Habría que recordar, sin embargo, que la imagen de Cassiopeia A corresponde a un acontecimiento ocurrido hace 11,000 años, que es el tiempo que le tomó a la luz en llegar hasta nosotros.

Además de su espectacularidad, Cassiopeia A es atractiva porque encierra un misterio. En efecto, dada la enorme cantidad de energía que libera una supernova, es difícil no avistar su aparición en el firmamento. La supernova que originó Cassiopeia A tendría así que haber sido observada hace unos 350 años. No hay, sin embargo, una evidencia histórica incontrovertible de que así haya sido, si bien el asunto es controversial. En este sentido, se ha argüido que la supernova fue avistada por el Astrónomo Real británico John Flamsteed el 16 de agosto de 1680, quién reportó la observación de una estrella conocida como 3 Cassiopeia cercana A, en una posición en donde ninguna estrella se observa en la actualidad. No obstante, no hay un acuerdo entre los expertos de que Flamsteed haya realmente observado la supernova y el asunto sigue sin aclararse.

En un comentario aparecido en noviembre de 2009 en la revista “Nature” comenta Geoff Brumfiel: “Los restos de la supernova conocida como Cassiopeia A, han constituido un misterio para los astrónomos. Las supernovas usualmente producen un objeto extremadamente denso tal como un agujero negro o una estrella de neutrones. Pero por décadas no se ha observado un objeto con estas características en el centro de Cassiopeia A”.

Así las cosas, en 1999 el observatorio Chandra de rayos X identificó un objeto compacto en el lugar correcto. Este objeto, sin embargo, no corresponde a lo que esperaban los expertos, de acuerdo con Craig Heinke de la Universidad de Alberta en Canadá. No obstante, Heinke y su colega Wynn Ho de la Universidad de Southampton en el Reino Unido consideran que con este descubrimiento es posible explicar a Cassiopeia A, que contendría una estrella de neutrones en su centro. Habría, sin embargo, explicaciones alternativas de modo tal que no existe una explicación ampliamente para la naturaleza de Cassiopeia A.

¿Observó Flamsteed en el siglo XVII la supernova que generó a Cassiopeia A? Y en todo caso ¿Cuál es la naturaleza íntima de este objeto estelar? No lo sabemos con seguridad por el momento, y tendremos que esperar por más estudios futuros. No conocer las respuestas a estas preguntas, sin embargo, no nos impide admirar la belleza pictórica de las imágenes de Cassiopeia A, ni utilizarlas como adornos navideños de gran originalidad. Ni admirarnos de la maravilla tecnológica que produjo imágenes espectaculares a millones de kilómetros de la Tierra.

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