Hogar, dulce hogar

Transición energética



Se espera que con la transición energética la demanda de petróleo alcance en algún momento un valor máximo y que luego disminuya de manera paulatina en la medida en que los combustibles fósiles sean sustituidos por fuentes renovables de energía, como el sol y el viento. Sobre la base del crecimiento exponencial de las energías renovables y los automóviles eléctricos, la Agencia Internacional de la Energía de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, pronostica en su reporte “Perspectiva Mundial de la Energía 2023” que la demanda máxima de petróleo se alcanzará al final de la presente década. Esto es fundamental para que el incremento de la temperatura del planeta no sobrepase el límite de 1.5 grados centígrados con respecto a sus valores preindustriales, límite que los expertos han fijado para evitar un desastre climático.

No todo mundo es tan optimista, sin embargo. Por ejemplo, en la conferencia CERAWeek celebrada en Houston, TX la semana pasada, el director ejecutivo de la compañía petrolera Saudi Aramco calificó como una fantasía que se vaya a sustituir por completo el petróleo y el gas natural. De hecho, apunta que la demanda de dichos combustibles crecerá en los próximos años y que la Agencia Internacional de la Energía se equivoca, pues se enfoca solamente en los países industrializados y no en los países subdesarrollados en proceso de industrialización que necesitarán grandes cantidades de energía.

En el sitio de red “Super Spiked”, el analista Arjun Murti argumenta en la misma dirección. De acuerdo con Murti, cada uno de los mil millones de personas que viven en los Estados Unidos, Canadá, Europa Occidental, Japón, Australia y Nueva Zelanda -el mundo de los ricos-, usan anualmente 13 barriles de petróleo en promedio, mientras que los restantes 7,000 millones de personas que viven en el mundo subdesarrollado solo usan un promedio de 3 barriles por año. Así, aun si el mundo subdesarrollado no llegase a consumir una energía per cápita equivalente a la de los países ricos, habría una demanda futura de energía varias veces superior a la demanda actual. Podemos esperar, arguye Murti, que la demanda de petróleo continuará incrementándose cuando menos por los próximos diez años. Y concluye: “La idea de que el petróleo crudo no desempeñará ningún papel y disminuirá a nivel mundial es pura fantasía. Si miramos los números, no es algo que pueda sostenerse”.

Por su lado, en su “Perspectiva Mundial de la Energía 2023”, la Agencia Internacional de la Energía escribe: “Hoy en día, la temperatura media mundial de la superficie ya está alrededor de 1.2 grados centígrados por encima de los niveles preindustriales, lo que provoca olas de calor y otros fenómenos meteorológicos extremos, y las emisiones de gases de efecto invernadero aún no han alcanzado su punto máximo. El sector energético es también la causa principal del aire contaminado que más del 90 por ciento de la población mundial se ve obligada a respirar, vinculado a más de 6 millones de muertes prematuras al año”.

La Agencia Internacional de la Energía reconoce que el contexto energético mundial es complejo. Sin embargo, al mismo tiempo considera que el surgimiento de una nueva economía de energía limpia, encabezada por la energía solar fotovoltaica y los vehículos eléctricos, ofrece esperanzas sobre el camino a seguir para sortear la crisis energética. En este sentido, hace notar que las inversiones en energías limpias han crecido cuarenta por ciento desde 2020, y que estas inversiones no han tenido solamente el propósito de reducir las emisiones de gases de invernadero, sino otros objetivos también. Por ejemplo, el de incrementar la seguridad energética, particularmente de países importadores de petróleo.

En unos cinco años podremos saber si la Agencia Internacional de la Energía tiene razón y la transición energética avanzará lo suficientemente rápido para que la demanda de petróleo alcance un pico máximo antes de que termine la década. O bien, si las compañías petroleras y los analistas escépticos están en lo cierto y el mercado de combustibles fósiles -y no el de las energías renovables- en los países en desarrollo crecerá con la suficiente rapidez para sostener el negocio. Y con esto agravar el problema del cambio climático.

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