Hogar, dulce hogar

El primer laboratorio científico de la historia

Quizá no sea una figura tan conocida, pero el mundo esta sin duda en deuda con Tycho Brahe. Para mayores detalles, añadiremos que Tycho Brahe fue un astrónomo y alquimista que vivió en la Europa del siglo XVI, y que practicaba simultáneamente la astronomía y la alquimia. Para poner esto último en contexto, habría que considerar que los siglos XVI y XVII fue un periodo de transición entre la Europa medieval y la Europa que produjo la revolución científica, y que Brahe de alguna manera habitó en ambos mundos.

Por lo demás, recordamos a Tycho Brahe no porque haya practicado dos disciplinas que nos parecen incompatibles hoy en día, sino porque tuvo una participación crucial en el desarrollo de la astronomía -si bien no de la alquimia. En efecto, Brahe realizó mediciones cuidadosas del movimiento de los planetas que le sirvieron de base a Johannes Kepler para enunciar sus tres leyes del movimiento de los planetas, que a su vez apoyaron el desarrollo de la teoría de gravitación universal que a la postre sirvió de modelo para las diferentes ciencias que florecen hoy en día.

Tycho Brahe es, además, conocido por otra particularidad: la creación del primer laboratorio de investigación científica de la historia. Para esto, consiguió el apoyo del rey de Dinamarca Federico II, quien le proporcionó fondos para su sostenimiento personal y para construir una instalación de investigación, que llamó Uraniborg, en la isla Ven situada entre Dinamarca y Suecia. Uraniborg era en realidad un castillo, el cual, además de albergar un observatorio astronómico y laboratorios de alquimia, incluía áreas de habitación para Brahe y su familia. Desafortunadamente para la astronomía, una vez muerto Federico II, Brahe no pudo mantener el apoyo real y eventualmente abandonó Uraniborg que fue desmantelado.

El trabajo de Brahe en astronomía fue altamente trascendente, pero ¿qué sucedió con sus investigaciones sobre alquimia? que interesaban a Federico II tanto como la astronomía. No es difícil concluir que no trascendieron, dado que la alquimia era en realidad una seudociencia que no resistió al avance científico de los siguientes siglos. No obstante, al margen de esto y dada la estatura científica de Brahe, cabe preguntarse sobre cuál era su interés en la alquimia. Al respecto, se sabe que Brahe no estaba interesado en encontrar la piedra filosofal o en convertir metales en oro, sino en las aplicaciones médicas de la alquimia. Es decir, en la elaboración de sustancias químicas para aliviar enfermedades. ¿En qué tipo de sustancias estaba interesado Brahe? Un artículo aparecido esta semana en la revista “Heritage Science”, publicado por Kaare Lund Rassmusen y Poul Grinder-Hansen, de la Universidad del Sur de Dinamarca y del Museo Nacional de Dinamarca, abordan esta pregunta.

En su artículo, Rassmusen y Grinder-Hansen reportan los resultados de un estudio llevado a cabo con cuatro fragmentos de vidrio y un fragmento de cerámica que se presume provienen del laboratorio de alquimia de Brahe. Los fragmentos fueron recuperados en una excavación arqueológica llevada a cabo en 1988-90. El análisis químico de dichos fragmentos muestra que están contaminados con cuatro metales: cobre, antimonio, oro y mercurio.

Según Rassmusen y Grinder-Hansen, Tycho Brahe fabricaba una sustancia conocida como “Elixir Tychnonis” que contenía estos metales. El elixir consistía de tres medicamentos. Un primer medicamento para “Enfermedades epidémicas u otras enfermedades contagiosas, tanto para prevención, como para tratamiento”. Un segundo medicamento para tratar la “Epilepsia y enfermedades relacionadas”. Y un tercer medicamento “Para enfermedades que afectan la piel y la sangre, como la sarna, enfermedades venéreas crónicas y elefantiasis, y similares”. De acuerdo con Rassmusen y Grinder-Hansen, “Los resultados de su trabajo ofrecen una primera y única visión del trabajo de alquimia llevado a cabo en el laboratorio de Tycho Brahe en Uraniborg”.

Consistente con el tiempo de transición que le tocó vivir, Tycho Brahe consideraba que la alquimia y la astronomía son dos lados de la misma moneda. Como apuntan Rassmusen y Grinder-Hansen, “Brahe podría referirse a su investigación alquímica como astronomía terrenal, ya que las regiones celestes y la Tierra son parte de un mismo sistema que lo abarca todo, unidos por un espíritu divino al que uno puede acercarse a través de sus estudios”. Y, prosiguen los autores, “Basado en la misma línea de pensamiento, Tycho Brahe hizo colocar dos esculturas de piedra sobre la entrada a Uraniborg. Una representaba a la astronomía como un hombre reclinado sosteniendo un globo celeste y con la inscripción en latín: Al mirar hacia arriba, miro hacia abajo. La otra representaba la alquimia como un hombre reclinado sosteniendo una taza, una serpiente y algunas hierbas, colocadas encima del laboratorio alquímico, con el texto que lo acompaña: Al mirar hacia abajo, estoy mirando hacia arriba”. Una visión del mundo ciertamente diferente de la nuestra. Y apenas cuatrocientos años atrás.

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