El testimonio anterior fue recogido por Bernardino de Sahagún en su “Historia general de las cosas de Nueva España”, y atestigua la irrupción de una epidemia de viruela que debilitó a la población y facilitó la caída de Tenochtitlan. Para el infortunio de la población indígena, la epidemia de 1520 marca el inicio de una serie de epidemias asociadas a patógenos que fueron introducidos en la Nueva España por los conquistadores españoles, y que diezmaron a la población indígena que carecía de inmunidad.
La falta de defensas de la población americana a los patógenos del viejo mundo se explica por la génesis de dicha población, En efecto, como sabemos, la población indígena que encontraron los conquistadores españoles era descendiente de grupos humanos que cruzaron desde Asia a América por de estrecho de Bering, cuando éste era transitable hace 10,000-30,000 años. Después de caminar más de 20,000 kilómetros a través del norte de Asia y del continente americano, los inmigrantes se dispersaron a lo largo del todo el continente y eventualmente alcanzaron la Patagonia en el extremo sur del mismo.
Un artículo aparecido el pasado mes de mayo en la revista “Science” reporta los resultados de una investigación que tuvo como propósito estudiar las inmigraciones prehistóricas en el norte de Asía y el continente americano, y como éstas conformaron sus poblaciones actuales, incluyendo la historia de las adaptaciones de las poblaciones migrantes a los diversos climas. El artículo fue publicado por un equipo internacional de investigadores encabezado por Hie Lim Kim, de la Universidad Tecnológica de Nanyang, Singapur.
Kim y colaboradores llevaron a cabo un estudio genético de 1537 individuos de 139 grupos étnicos del norte euroasiático y nativos americanos, con el objeto de determinar su ascendencia y las relaciones genéticas que existen entre ellos. A través de su estudio, los investigadores pudieron constatar las adaptaciones a las diversas condiciones ambientales encontradas por los migrantes. Pudieron igualmente determinar que, al entrar a Sudamérica a través del istmo de Panamá, el grupo migrante se dividió en cuatro grupos, uno de los cuales permaneció en la región del Amazonas, mientras que los otros tres se dirigieron hacia la región de los Andes, hacia la región del Chaco en el centro del continente, y hacia la Patagonia, a donde llegaron hace unos 14,000 años.
Un hecho desafortunado fue que, al dividirse y quedar aislados por la geografía, las poblaciones migrantes vieron empobrecido el acervo genético con el que salieron de Asia, y con esto se redujo su inmunidad a los patógenos introducidos por los conquistadores. En palabras de Kim y colaboradores: “La migración a un continente deshabitado de Sudamérica a través del estrecho istmo de Panamá provocó un efecto fundador entre los nativos sudamericanos, lo que redujo la diversidad genética en comparación con la de las poblaciones indígenas del norte de Eurasia. Durante más de 13,900 años, las barreras geográficas dentro del continente aislaron aún más a los grupos indígenas, lo que posteriormente redujo la diversidad genética. Estos grupos enfrentaron un profundo desafío con la llegada de los colonizadores europeos en el siglo XVII, quienes introdujeron nuevas adversidades que amenazaron su longeva supervivencia.”
A través de su investigación, Kim y colaboradores nos han revelado detalles del viaje de 20,000 kilómetros de Siberia a la Patagonia realizado por nuestros ancestros remotos, que demostraron una gran capacidad de adaptación a las condiciones ambientales extremas que enfrentaron. Por otro lado, los investigadores destacan la pérdida del acervo genético que sufrieron los viajeros, que limitó sus posibilidades de defenderse de los patógenos del viejo mundo. Como bien lo relatan los testimonios recogidos por Bernardino de Sahagún.
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