Migrantes prehistóricos

¿Por qué alguien decide dejar su lugar de residencia habitual para aventurarse hacia un lugar desconocido? No hay una sola razón, por supuesto. Pudiera ser, por ejemplo, que las condiciones climáticas cambiaron forzándolo a emigrar para sobrevivir. O bien, que emigra para librarse de una situación que pone su vida en peligro, o que su espíritu aventurero lo impulsa a explorar lugares desconocidos. De un modo u otro, la migración de nuestra especie ha sido una constante a lo largo de la historia.

Así, en el siglo XIX, más de cuatro millones de irlandeses emigraron a los Estados Unidos en los siglos XIX y XX por las malas condiciones económicas que enfrentaron en su país, y un número similar de españoles emigraron en estos dos siglos a países de América Latina por la misma razón. Sabemos también que cerca de cuarenta millones de personas de origen mexicano residen en los Estados Unidos, y que la mayor parte de ellos guardan un cierto grado de parentesco con la población española que se estableció en México después de la conquista.

Por lo demás, la emigración de nuestra especie no es solamente un fenómeno histórico, sino también prehistórico. En efecto, según los expertos, la población del mundo tiene su origen en grupos de “Homo sapiens” que salieron de África hace unos 60,000 años, expandiéndose posteriormente hacia Asia, Europa, Oceanía, y eventualmente hacia nuestro continente. Dado que somos animales terrestres, la ruta natural de emigración es por vía terrestre. Nuestros antepasados, no obstante, lograron llegar hasta Australia, lo que significa que tenían la habilidad de construir embarcaciones y navegar por el mar.

En este sentido, en un artículo aparecido el pasado 25 de junio en la revista “Science Advances”, se reportan los resultados de experimento llevado a cabo para evaluar la posibilidad de que, hace 30,000-35,000 años, nuestros antepasados hubieran podido viajar por mar una distancia de 110 kilómetros entre Taiwan y la isla Yonaguni en el extremo sur del archipiélago japonés de Ryukyo, habida cuenta que este archipiélago muestra evidencia arqueológica de la presencia del “Homo sapiens” en esa época. El artículo fue publicado por un grupo de investigadores encabezado por Yousuke Kaifu de la Universidad de Tokio.

Como parte de su experimento, Kaifu y colaboradores construyeron una canoa de 7.5 metros de largo para realizar el viaje entre Taiwan y Yonaguni, empleando herramientas que habrían estado disponibles hace 30,000 años. La embarcación no contaba con velas para navegar, una tecnología que no habría estado disponible en esa época, y en su lugar era impulsaba por cuatro remeros hombres. La tripulación se completaba con una mujer a cargo del timón de la canoa.

Una circunstancia que dificulta la travesía entre Taiwan y Yonaguni es la corriente marítima de Kuroshio, que corre de sur a norte entre las islas Ryukyo y el continente, y que es una de las más fuertes de mundo, según Kaifu y colaboradores. De manera adicional, Yonaguni no es visible desde el nivel del mar hasta una distancia de unos 50 kilómetros, de tal modo que nuestros antepasados hace 30,000 años, tendrían que haber navegado sin tener su destino a la vista por más de la mitad del viaje.

La canoa partió con sus cinco tripulantes de 7 de julio de 2019 y llegó a su destino el 9 de julio, después de un viaje de 45 horas. De acuerdo con los autores del artículo, el éxito de la travesía se basó en la habilidad de los tripulantes de la canoa, y requirió la cooperación de todos los miembros de la tripulación, particularmente cuando tuvieron que enfrentar la corriente de Kuroshio. Durante el viaje, los remeros tuvieron que coordinar sus movimientos, de manera similar a como se hace en las competencias modernas de remo. De acuerdo con Kaifu y colaboradores: “Esto sugiere que todos, o casi todos, los migrantes marítimos del Paleolítico en esta región, fueron remeros competentes, sin importar su género”.

Concluyen los autores del artículo: “Los pueblos paleolíticos suelen ser considerados "inferiores" entre el público en general, principalmente debido a su cultura y tecnología "primitivas". En marcado contraste, nuestro experimento destacó que lograron algo extraordinario con la tecnología rudimentaria disponible en ese momento. Pocas personas esperaban nuestro éxito antes de nuestra salida de Taiwán, pero el experimento demostró que la canoa es capaz de cruzar los desafiantes mares del sur de Ryukyu si los remeros tienen habilidad para remar, sentido de navegación, fuerza de voluntad y otros factores humanos”.

Así, al margen de la habilidad de los marinos migrantes del paleolítico que no podría ponerse en duda, nos preguntaríamos por espíritu aventurero: ¿viajaban a ciegas con rumbo desconocido, viajaban con el propósito de alcanzar un lugar preciso? En este sentido, si bien a lo largo de la mitad del viaje hasta Yonaguni no era visible, si lo era desde lo alto de las montañas de Taiwan. De este modo, desafortunadamente por el momento nos quedaremos con la duda.

Comentarios