El primer laboratorio científico de la historia

Contaminación por plásticos

La norma de la Ley de Residuos Sólidos del Distrito Federal, que entró en vigor el pasado 19 de agosto y que prohíbe que los establecimientos comerciales regalen bolsas de plástico a sus clientes, ha sido motivo de mucha polémica en los últimos días. Se señala, por ejemplo, que no se ha precisado lo que debe entenderse como plástico biodegradable. Los comerciantes también aducen que el costo de las bolsas proporcionadas a los compradores está ya incluido en el precio de los productos y por tanto estarían cumpliendo la norma.

De acuerdo con datos de la Asociación Nacional de Industrias del Plástico, los establecimientos comerciales en el Distrito Federal proporcionan diariamente 32 millones de bolsas de plástico y, dados estos números, la norma sobre bolsas de plástico no biodegradable tiene como propósito atenuar su impacto sobre el medio ambiente. Los plásticos tienen comercialmente grandes ventajas, pues son baratos, fáciles de moldear y durables. Esta última característica, sin embargo, es la que los hace poco amigables al ambiente, pues una vez que son desechados pueden sobrevivir por largo tiempo sin degradarse.

Hay una preocupación creciente entre los expertos sobre el destino de los productos de plástico una vez que son desechados. Los océanos y la fauna marina son particularmente susceptibles a la contaminación por plásticos. Un estudio realizado hace dos décadas en la costa de Carolina del Norte con 1,000 aves, por ejemplo, reveló que 55 % de ellas tenían plásticos en los intestinos. En otro estudio, llevado a cabo hace quince años, se encontró que más del 80 % de la basura en el fondo de la bahía de Tokio estaba formada de materiales plásticos.

Los plásticos pueden incorporarse al océano llevados desde los centros urbanos hasta la costa por ríos o drenajes, o bien pueden ser arrojados al mar desde barcos, de manera accidental o intencional. Una vez en el océano, las corrientes marinas los arrastran y acumulan en ciertas áreas bien definidas. Se sabe, por ejemplo, que en el Océano Pacífico, a la altura del archipiélago hawaiano, hay una región de concentración de desechos plásticos conocida como “Gran mancha de basura de Pacífico”, que tiene una superficie mayor a la del estado de Texas. La radiación ultravioleta hace que los materiales plásticos en el océano se desintegren en pedazos –cada vez más pequeños hasta llegar a tamaños microscópicos–, de modo que la mancha de basura del Pacífico está formada por pequeños trozos de material plástico, algunos tan pequeños que son engullidos por la fauna marina.

En un artículo firmado por investigadores de California y Hawai, aparecido el pasado jueves en la revista “Science” –publicada por la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia–, se reporta un estudio de la contaminación del Océano Atlántico norte por materiales plásticos. El estudio involucra observaciones llevadas a cabo en el periodo 1986-2008 y en el mismo se encontró que el 60 % por ciento de las más de 6,000 muestras tomadas de la superficie marina, contenían basura plástica con un tamaño típico del orden de milímetros. Se encontró una concentración de plásticos mayor en un área localizada a unos 1,500 kilómetros al este de la península de la Florida, con una densidad promedio de fragmentos plásticos entre 50,000 y 100,000 por kilómetro cuadrado.

Un resultado sorprendente de este estudio –llevado a cabo a lo largo de más de dos décadas– es que la densidad de fragmentos plásticos en el área estudiada no ha aumentado con el tiempo. Esto a pesar del incremento por un factor de cinco que se ha dado a nivel global en la producción de plásticos en las tres últimas décadas, lo que llevaría a suponer que ha habido un incremento concurrente en la cantidad de estos materiales que llegan al océano. Aunque los autores del artículo de referencia no dan una explicación para esta discrepancia, entre las posibles causas que consideran es que los materiales plásticos pudieran haberse precipitado al fondo del mar por el proceso de fragmentación. Una segunda posibilidad es que, una vez fragmentados hasta un cierto punto, hayan sido ingeridos por la fauna marina. Podría haber entonces una contaminación de los océanos por plásticos más grave que lo que hasta el momento se evidencia.

En México el 60 % de la basura en las playas está formada por plásticos, lo que no difiere substancialmente de lo que ocurre en otras partes del mundo (J.G.B Derraik, Marine Pollution Bulletin, 2002). Al margen de porcentajes y comparaciones, sin embargo, es evidente que los problemas de contaminación por plásticos han estado presentes en nuestro País ya por algún tiempo, y no solamente en las playas. Es relevante entonces la discusión que se está dado en el Distrito Federal sobre la Ley de Residuos Sólidos, ya que probablemente, y como ocurre con frecuencia con lo que sucede en la Ciudad de México, tendrá repercusiones para el resto del País.

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