El primer laboratorio científico de la historia

Éxito no sustentable



Hacia el final del primer milenio de nuestra Era, las ciudades del periodo clásico Maya sufrieron un colapso que algunos expertos han asociado a la ocurrencia de episodios prolongados de sequía severa. Esta hipótesis ha sido confirmada por un artículo aparecido esta semana en la revista “Science”, publicado por un grupo internacional de investigadores encabezado por Douglas Kennett de la Universidad Estatal de Pensilvania.

En dicho artículo se presenta un recuento detallado de los periodos de sequía y humedad que ocurrieron a lo largo de 2000 años en la región de los mayas y se muestra como dichos periodos tienen una correspondencia con acontecimientos del mundo maya, incluyendo el colapso de sus instituciones y ciudades hace unos mil años.

Determinar si un cierto periodo miles de años en el pasado fue seco o húmedo no parece ser una empresa sencilla. Y no lo es, efectivamente, de modo que cabe preguntarse cómo fue que lo lograron Kennett y colaboradores. La respuesta es que lo hicieron por medio de una estalagmita de 56 centímetros de largo encontrada en la cueva Yok Balum en Belice, no lejos de la ciudad maya de Tikal, en la región del Petén en Guatemala.

Se sabe que una estalagmita se forma sobre el piso de una cueva al gotear agua con minerales disueltos desde la bóveda de dicha cueva. Su proceso de formación es, por otro lado, muy lento. Así, los últimos 45 centímetros de estalagmita estudiada por Kennet y colaboradores tardaron 2000 años en depositarse.

Esto último fue determinado midiendo las concentraciones de isótopos radiactivos de Uranio y Torio a lo largo de la estalagmita que se sabe proporcionan una medida del tiempo que ha transcurrido desde su depósito. De este modo, fue posible datar la estalagmita de Yok Balum a lo largo de su longitud midiendo las correspondientes concentraciones de isótopos.

Una vez que se contó con esta información, los periodos de humedad y sequía a través del tiempo fueron determinados midiendo en la estalagmita –a lo largo de su longitud– la concentración de un cierto isótopo del oxígeno. Dicho isótopo está relacionado con las condiciones climáticas que prevalecieron en la cueva Yok Balum en el momento de la formación de la estalagmita. Como resultado, los investigadores pudieron determinar con gran precisión cuando ocurrieron periodos de humedad y sequía extrema en un periodo de 2000 años, periodo que comprendió el ascenso y el colapso de la civilización maya clásica.

El conocimiento preciso de los cambios climáticos a través del tiempo permitió a Kennett y colaboradores correlacionar dichos cambios con acontecimientos –de diversa índole– consignados en las estelas mayas. Así, encontraron que un periodo de humedad excepcional entre los años 440 y 660 de nuestra Era, trajo como consecuencia un florecimiento de la civilización maya y un crecimiento de la población de sus ciudades.

Al periodo húmedo, no obstante, le siguió uno de sequía gradual entre los años 660 y 1000. Este periodo –y dado el crecimiento de población de los años favorables, que no habría resultado sustentable en las nuevas condiciones– trajo guerras entre ciudades, menor productividad agrícola y turbulencias políticas, que habrían llevado a la eventual desintegración de las ciudades mayas del periodo clásico. Un posterior episodio de sequía severa entre los años 1000 y 1100 –ya en el periodo denominado posclásico–habría dado la puntilla a la época de mayor esplendor de la civilización maya.

La severidad de las consecuencias de las sequías en México es ilustrada por aquella ocurrida entre 1535 y 1575, que afectó la península de Yucatán. Esta sequía, que aparece en el registro de la estalagmita de Yok Balum, produjo cerca de medio millón de muertes en 1535. Esto, según cifras mencionadas por Kennet y colaboradores.

De acuerdo con estos autores, el colapso del la civilización maya clásica apuntaría a un crecimiento poblacional que resultó no sustentable en la medida en que cambiaron las condiciones que inicialmente lo propiciaron. Las ciudades mayas clásicas habrían sido así víctimas de su propio éxito inicial.

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