El primer laboratorio científico de la historia

Una imagen dice más que mil palabras



El próximo miércoles 10 de julio habrán transcurrido 162 años desde la muerte de Louis Daguerre, a quien se atribuye haber inventado la fotografía. Fue Daguerre el autor de lo que se considera es la primera imagen fotográfica de un ser humano: una calle parisina en la que en la parte inferior se aprecian dos personas, una de ellas con un pie levantado y la otra aparentemente lustrándole las botas.

Esta fotografía, o daguerrotipo, fue tomada en el año 1838 empleando la técnica desarrollada por Daguerre, la cual hacía uso de una placa de cobre recubierta de yoduro de plata. De acuerdo con la Enciclopedia Británica, un daguerrotipo requería de un tiempo de exposición entre veinte y treinta minutos, de modo que para que una persona u objeto pudiera impresionar a la placa fotográfica de manera nítida requería mantenerse estático durante este tiempo.

No fue Daguerre, sin embargo, quién realizó la primera fotografía sobreviviente hasta nuestros días. Este mérito corresponde a Nicéphore Niépce -de nacionalidad francesa al igual que Daguerre-. La fotografía en cuestión, impresa en 1826, está tomada viendo hacia afuera de la ventana en el segundo piso de la casa de Niépce. La técnica empleada requería de horas de exposición y no era apta, por lo tanto, para fotografiar personas u objetos en movimiento.

En 1829 Niépce estableció con Daguerre una sociedad para mejorar su técnica fotográfica. Niépce, no obstante, murió en 1933 y Daguerre quedó sólo al frente de las investigaciones, que el curso de unos pocos años lo llevaron al daguerrotipo. Como resultado, cuando el descubrimiento de la fotografía fue presentada en 1939 a la Academia de Ciencias de Francia, todo el crédito se lo llevó Daguerre.

Con el desarrollo del daguerrotipo y de otras técnicas de fotografía se tuvo por primera vez en la historia la posibilidad de registrar imágenes de manera permanente. De un interés particular eran las imágenes de hechos históricos y pronto la fotografía se llevó por primera vez a un escenario de guerra. Esto ocurrió durante la Guerra de Crimea, ocurrida en los años 1853-1856 y en la que se enfrentaron el Imperio Ruso, por un lado, y una alianza de países, entre los que se encontraba el Imperio Británico, por el otro.

Los registros fotográficos de la Guerra de Crimea fueron llevados a cabo, entre otros fotógrafos, por Roger Fenton, quien estuvo en el escenario bélico en el año 1855 con el apoyo del gobierno británico. De acuerdo con los especialistas, quizá por esto último, así como por limitaciones técnicas que en ese tiempo impedían fotografiar objetos en movimiento, las fotografías de Fenton no incluyeron ninguna acción de Guerra y evitaron mostrar muertos y mutilados.

Como sabemos, en la segunda mitad del siglo XIX y principios del siglo XX se superó esta limitación y el tomar una fotografía dejó de requerir de largos tiempos de exposición. Además, las cámaras fotográficas se desarrollaron a tal punto que la fotografía estuvo al alcance de todos.

Al menos parcialmente, pues si bien el acto de tomar una fotografía resultó simple, el obtener una impresión en papel de la imagen capturada no lo era tanto. Para esto, se requería aplicar una serie de procesos químicos a la película fotográfica expuesta a la luz, con el fin de que revelara dicha imagen y la hiciera inmune a una posterior exposición de luz. El llegar, finalmente, a la impresión en papel a partir de la película revelada y estabilizada requería de procesos químicos adicionales.

La introducción de la cámara digital hace dos décadas ha significado un nuevo avance en la fotografía que la ha convertido –ahora sí de manera plena– en algo que está al alcance de todos, con la circunstancia adicional de que es igualmente sencillo tomar imágenes estáticas que grabar el movimiento. La simplificación se dio porque la cámara digital no depende de la química, como dependía su antecesora, sino de la microelectrónica; específicamente de los “chips” que capturan la imagen y que están formados por millones de elementos sensibles a la luz.

La facilidad de capturar imágenes –y sonido de manera simultánea– añadida al enorme desarrollo del internet, ha tenido grandes y múltiples impactos en nuestra vida, como a todos nos consta. Ha exhibido por ejemplo, a toda una gama de “ladies” y “gentlemen” filmados en plena acción, que han sido motivo de escarnio público. La filmación de conversaciones o acciones comprometedoras, lo mismo que de manifestaciones públicas, ha sido igualmente frecuente y ha sido usada para los más diversos fines.

Las cosas han ciertamente cambiando de manera drástica en los últimos 150 años en materia de captura de imágenes. Hace siglo y medio Roger Fenton viajó a Crimea provisto de un voluminoso equipo de fotografía con el fin de llevar a cabo su encargo. Para transportar este equipo en la zona de guerra, Fenton empleó un carromato de cuatro ruedas tirado por caballos. Podemos darnos idea del aspecto y dimensiones del mismo por una fotografía, tomada en Crimea, que lo muestra con la leyenda “Photographic Van” en un costado. Hoy en día, dejando el aspecto artístico de lado, un fotógrafo aficionado podría tomar fotografías de mayor calidad que las que tomó Fenton empleando un teléfono celular.

Y, por supuesto, sería más difícil ocultar las calamidades que necesariamente están asociadas a una guerra.

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