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Si bien en un principio el método científico se empleó para investigar al mundo natural, objeto de estudio de ciencias tales como la Física, la Química y la Biología, a lo largo de los dos últimos siglos dicho método se extendió a la investigación de los fenómenos sociales. Este es, por ejemplo, el caso del estudio llevado a cabo por el antropólogo Jamshid Tehrani de la Universidad de Durham en la Gran Bretaña, que tuvo como objetivo averiguar el origen del cuento Caperucita Roja. Los resultados de dicho estudio aparecieron en el número de esta semana de la revista en línea “PLOS ONE”.
La versión más conocida de este cuento es la que los hermanos Grimm publicaron en 1812, basados en un cuento del siglo XVII de Charles Perrault. Este último, sin embargo, no es el inventor original de la historia. De hecho, Tehrani señala que se acepta que Perrault la tomó de una antigua leyenda, El Cuento de la Abuela, que ha sobrevivido como una tradición oral en zonas rurales de Francia, Austria y el norte de Italia. En muchas de las versiones de este cuento, la niña –que no usa una capa roja– es atrapada por un lobo. Logra, no obstante, escapar cuando convence a su captor de que la deje salir para ir al baño. Como precaución el lobo ató una cuerda a su pie para evitar que escapara. Cosa que la niña logra cortando la cuerda y atándola a un árbol.
Tehrani menciona el redescubrimiento de un poema belga del siglo XI que describe una historia similar a la de Caperucita Roja. El poema, que circulaba por Europa Occidental en la Edad Media, habla de una niña que deambulaba por el bosque con una capa de bautismo de color rojo que le había sido regalada por su padrino. En su deambular encuentra a un lobo que la secuestra y la lleva a su madriguera. La niña, no obstante, logra escapar de su cautiverio domesticando a los cachorros del lobo.
Otras historias similares a Caperucita Roja existen como tradiciones orales en otros países no europeos, según Tehrani. Entre estas se encuentra La Abuela Tigre, historia que es popular en China, Corea y Japón. En este cuento un grupo de hermanos duermen con un tigre que finge ser su abuela. Cuando el tigre devora a los hermanos más jóvenes los mayores lo convencen de que los deje salir para ir al baño, lo que aprovechan para escapar. En África, igualmente, circula un cuento acerca de una niña que es devorada por un ogro que la engañó imitando la voz de su hermano. La niña logra escapar viva una vez que le abren la panza a su victimario.
En Europa y en el Medio Oriente existe una historia conocida como El lobo y los Cabritos en la que una cabra instruye a sus hijos a no abrir la puerta mientras ella no esté en la casa. Cuando se ausenta, el lobo llama a la puerta simulando ser la madre y cuando le abren devora a los cabritos.
La investigación de Tehrani tuvo como objetivos encontrar la relación que existe entre estas historias, que guardan entre ellas elementos de similitud, y si acaso todas tuvieron un mismo origen. Para este propósito empleó una metodología similar a la que emplean los biólogos para determinar el camino evolutivo que han seguido las especies biológicas. Es decir, consideró que las historias populares se trasmiten de generación en generación con pequeños cambios, análogos a las mutaciones que sufren los seres vivos.
Así, identificó primero los elementos característicos de las diferentes historias. Consideró, por ejemplo, si los protagonistas eran o no eran humanos, si era una o eran varias las víctimas del villano, la clase de villano –ogro, lobo o tigre–, los métodos que usó éste para engañar a su víctima, y si ésta fue devorada, escapó o fue rescatada. Con estos elementos –72 en total– mediante un procedimiento matemático Tehrani comparó las diferentes historias y determinó que Caperucita Roja tuvo como antecesor a El Lobo y los Cabritos. Este último cuento ya existía en Europa al inicio de nuestra era y habría dado origen a Caperucita Roja en el siglo XI. Las versiones africanas y del Lejano Oriente del cuento habrían tenido igualmente su origen en El lobo y los Cabritos.
Podría quizá parecer superfluo el conocimiento que ahora tenemos sobre el origen de Caperucita Roja y una pérdida de dinero los recursos que se hayan empleado en investigarla. De acuerdo con Tehrani, no obstante, “los cuentos folclóricos involucran fantasías, experiencias y miedos, y son realmente un buen medio para averiguar, a través de los productos de nuestra imaginación, qué es realmente lo que nos importa”. Al margen de esto, cualquier nuevo conocimiento que adquiramos sobre el mundo es importante, pues no podemos descartar que algún día tenga utilidad. Como lo han sido tantos resultados de la investigación científica.
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