El primer laboratorio científico de la historia

Una epidemia de proporciones globales



De acuerdo con John Cannarella y Joshua A. Spechler, estudiantes doctorales de la Universidad de Princeton en los Estados Unidos, participar en una red social es en cierto sentido equivalente a estar contagiado por una enfermedad. Para mayor precisión, en un artículo escrito por estos dos investigadores –que está aun sin publicar pero que a partir de esta semana puede ser consultado electrónicamente en el sitio arXiv de la Universidad Cornell– se hace un paralelismo entre el crecimiento inicial y posterior declive de una epidemia, por un lado, y el nacimiento y desaparición de una red social, por el otro.

En su estudio, Cannarella y Spechler establecen una correspondencia entre una persona infectada y un miembro de una red social. Establecen, igualmente, un paralelismo entre una persona susceptible de contraer la enfermedad y el usuario potencial de una red social, lo mismo que entre una persona curada o inmune a la enfermedad y una que se opone a las redes sociales. Una red social exitosa correspondería de esta manera a la prevalencia de la epidemia, y puesto que las epidemias por más virulentas que sean a la larga desaparecen, las redes sociales tendrían irremediablemente un ciclo paralelo de nacimiento, vida y muerte.

El artículo de Cannarella y Spechler probablemente no hubiera tenido la trascendencia que ha alcanzado de no haber hecho a Facebook el motivo de su estudio. Y, sobre todo, de no haber pronosticado su desaparición en muy pocos años. De acuerdo con estos investigadores, Facebook –con más de mil millones de usuarios– llegó ya a su cima de crecimiento –máximo de la epidemia– y empezará a declinar rápidamente al grado de que perderá al 80% de sus usuarios en algún momento entre los años 2015 y 2017.

Cannarella y Spechler basan su predicción en datos obtenidos de Google sobre la frecuencia con que se ha tecleado la palabra Facebook a lo largo de los últimos años, la cual encuentran que ha ido a la baja a partir de 2012. Esto lo interpretan como el inicio de una pérdida de interés en Facebook por parte de los usuarios.

Para predecir qué tan rápido progresará esta falta de interés, los investigadores utilizaron herramientas matemáticas que se emplean para investigar la propagación de epidemias. Durante una epidemia la enfermedad se transmite por contagio directo, de modo que entre más contactos tenga una persona con otras enfermas más alta será la probabilidad de que resulte infectada. Traducido al caso de una red social, diríamos que entre más usuarios tenga la red más alta será la probabilidad de que una persona dada, en contacto con los usuarios, se convierta en un nuevo usuario. Por otro lado, del mismo modo que en una epidemia los enfermos pueden sanar o morir, un usuario de una red social puede dejar de serlo y superar la “enfermedad”. El balance entre los crecimientos de infectados y curados determina el curso de la epidemia.

Las drásticas predicciones de los investigadores de Princeton les provocaron críticas negativas por los métodos que emplearon para alcanzar sus conclusiones, mismas que algunos consideraron son infundadas. Entre otras cosas, los críticos argumentan que los 1,100 millones de usuarios de Facebook no desaparecerán de la noche a la mañana.

Adicionalmente, un artículo sarcástico intitulado “Desprestigiando a Princeton”, escrito por científicos que trabajan para Facebook, apareció el jueves pasado en la página de internet de esta compañía. El artículo implícitamente descalifica a los métodos usados por Cannarella y Spechler y afirma que las conclusiones que alcanzaron no tienen sentido. Basan sus conclusiones en una “investigación” dirigida a determinar la frecuencia con que la palabra Princeton es usada en búsquedas en Google y encontraron que cada vez menos usuarios la teclean, lo que indica que está decreciendo el interés en esa Universidad. Concluyen que la Universidad de Princeton se quedará sin alumnos en el año 2021. Devolvieron así el golpe a quién aparentemente ni la debía ni la temía.

Al mismo tiempo, sin embargo, otros consideraron que tanto el enfoque que Cannarella y Spechler dieron a su investigación, como el método que usaron para resolver el problema que plantearon, son muy interesantes. En particular, les resulta atractiva la comparación que hacen entre una red social y una epidemia.

En pocos años sabremos quién tiene la razón. Si la tienen los críticos de Cannarella y Spechler, y Facebook continua con su impresionante paso que lo ha llevado a tener como usuarios al 15% de los pobladores del planeta. O si bien, como una de tantas epidemias que han asolado al mundo, se achica rápidamente hasta prácticamente desaparecer en el curso de unos pocos años. Tal como le sucedió a su red antecesora Myspace, que nació, llegó a su máxima extensión –75 millones de usuarios– y declinó drásticamente en menos de una década.

En tanto lo averiguamos, tendremos que reconocer que cuando menos en algo Cannarella y Spechler tienen razón: las redes sociales son como una epidemia muy contagiosa que induce en los “enfermos” comportamientos impensados hasta hace apenas unos pocos años. Como el de estar continuamente pendientes de la computadora o del teléfono celular, recibiendo y contestando mensajes.

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