Hogar, dulce hogar

Hace cuarenta mil años



“Por qué una especie tan exitosa como el “Homo sapiens” es tan aficionada a los relatos de ficción, contando a historias que nadie cree, ni el que las cuenta ni el que las escucha; esto a primera vista parece un misterio evolutivo”. Así empieza un artículo publicado en el mes de febrero de 2018 en la revista “WIREs Cognitive Science” por Brian Boyd de la Universidad de Auckland en Nueva Zelanda. Si bien después de pensarlo dos veces la pregunta de Boyd resulta natural, estamos tan acostumbrados a las historias y películas de ficción que dicha pregunta no deja de llamar la atención, puesta en esos términos tan descarnados.

Ciertamente, tendría que haber existido una ventaja evolutiva para el desarrollo de nuestra atracción por la ficción. Y en ese sentido, Boyd especula que con la aparición del lenguaje se desarrolló la narrativa, mediante la cual nuestros ancestros expandieron su conocimiento del mundo a través de las experiencias de otros y no solo de las propias. La narrativa, sin embargo, proporcionaba información solamente de experiencias que ocurrieron en la realidad. La ficción, en cambio, habría permitido explorar el mundo en forma más amplia. Así, Boyd especula que el lenguaje condujo a la narrativa y ésta a la ficción, y con esto nuestros ancestros incrementaron sus oportunidades para explorar el mundo.

En el contexto anterior, es interesante comentar un artículo aparecido esta semana en la revista “Nature”, publicado por un grupo de investigadores de Australia e Indonesia, encabezado por Maxime Aubert de la Universidad Griffit, en Queensland, Austraila. Dicho artículo se refiere al descubrimiento de un mural de pintura rupestre en la cueva Leang Bulu´ Sipong 4, localizada en el sur de la isla de Célebes en Indonesia. Dicho mural tiene una antigüedad superior a los 40,000 años e incluye seis imágenes monocromas de animales: dos jabalíes y cuatro búfalos enanos. El mural incluye también ocho teriántropos -figuras con características combinadas de humanos y animales- considerablemente más pequeños. Algunas de las figuras teriántropas parecen sostener objetos largos y delgados que los investigadores interpretan como lanzas o cuerdas.

Según Aubert y colaboradores, todas las figuras tienen un mismo estilo artístico y muestran un desgaste por el tiempo equivalente. Así, a pesar de sus diferencias de tamaño, no encuentran evidencia de que las figuras teriántropas hayan sido añadidas posteriormente a las figuras de jabalíes y búfalos.

Por el contrario, según su interpretación, todas las figuras están relacionadas entre sí y cuentan una historia. Si bien dicha historia no es clara, una posibilidad es que los teriántropos representen cazadores con máscaras y pieles de animales a manera de camuflaje. Un aspecto que desconcierta a los investigadores, no obstante, es su tamaño diminuto en comparación con las figuras de búfalos y jabalíes. En cualquier caso, las figuras teriántropas indicarían que los artistas que elaboraron el mural representaron escenas ficticias que no correspondían a experiencias humanas en el mundo real.

Una datación del mural descubierto por Aubert y colaboradores empleando isótopos de uranio arroja antigüedades que van desde los 36,000 hasta los 41,000 años. Estas fechas implican que el mural de la cueva Leang Bulu´ Sipong 4 es la obra de arte rupestre creada por humanos modernos más antigua que se conoce. El mural representaría, en la interpretación de Aubert y colaboradores, una escena de caza de dos especies de animales en la que participan de manera coordinada múltiples cazadores. Las presas en la escena son dirigidas por un grupo de cazadores hacia donde se encuentra un segundo grupo que está a su espera. Según Aubert y colaboradores, habría también la posibilidad de que los cazadores, armados con cuerdas, estuvieran dedicados a capturar animales vivos.

Si bien reconocen que la interpretación del mural de Leang Bulu´ Sipong 4 es incierta, Aubert y colaboradores señalan que dicho mural debe ser considerado, no solamente como la obra de arte figurativo más antigua conocida, sino también como la evidencia más antigua de narrativa en el arte paleolítico. Y, se podría agregar, de una narrativa de ficción en el caso de las figuras teriántropas.

De un modo u otro, el mural de Leang Bulu´ Sipong 4 es fascinante. ¿Hay alguna relación entre este mural de 40,000 años de antigüedad y nuestro desmesurado gusto por las historias de ficción que ha creado una industria cinematográfica con ingresos anuales de 100,000 millones de dólares a nivel global? Ciertamente, la sola posibilidad resulta también fascinante.

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