El primer laboratorio científico de la historia

En tanto se resuelve el problema



¿Cuáles son las medidas más apropiadas para combatir la propagación de la epidemia de coronavirus? A lo largo de los últimos meses hemos recibido abundante información al respecto; contradictoria en algunos casos, sin embargo. Al inicio de la pandemia, por ejemplo, algunos no aconsejaban el uso del cubrebocas por considerar que podría dar una sensación falsa de seguridad y hacer que quien la usara bajaría la guardia. El cubrebocas resultaría así contraproducente. Con el tiempo, no obstante, se ha extendido su uso, e incluso se ha hecho obligatorio en algunas circunstancias.

En contraste, mantener una distancia mínima entre personas es una medida que es ampliamente aceptada, si bien no es claro cuál debe ser esta distancia. Esto último habida cuenta que el contagio puede ocurrir por medio de gotas de saliva, que caen al piso después de recorrer distancias relativamente pequeñas, o bien por aerosoles que se mantienen en el aire por más tiempo y recorren distancias mayores.

Por lo demás, las medidas óptimas para mitigar la propagación del coronavirus dependen de la situación particular de que se trate, como concluye un grupo de investigadores de Canadá y el Reino Unido, en un artículo aparecido el pasado 19 de noviembre en la revista “Proceedings of the National Academy of Sciences” de los Estados Unidos. El grupo de investigación es encabezado por Paul Tupper de la Universidad Simon Fraser en Vancouver, Canadá.

Tupper y colaboradores se propusieron determinar las medidas más apropiadas para minimizar el número de nuevos infectados y hacer recomendaciones para la organización de eventos. Como primer paso desarrollaron un modelo matemático simple para calcular el número de personas infectadas por un enfermo de COVID 19 en función de cuatro parámetros: intensidad de la trasmisión, duración de la exposición, proximidad de personas, y, de ser el caso, el grado en el que se mezclan los diferentes subgrupos que componen una determinada reunión de personas. Los investigadores obtuvieron valores de estos parámetros a partir de reportes de diferentes eventos que incluyen fiestas, restaurantes, clubs nocturnos y reuniones en general.

Incluyeron, por ejemplo, el evento ocurrido en el estado de Washington en el que 52 personas de un coro de 60 miembros resultaron infectadas durante un ensayo. Incluyeron también el caso, ocurrido en China, en el que 5 pasajeros de un autobús, de un total de 39, resultaron infectados durante un viaje de dos horas por una persona enferma que no usó cubrebocas. Al mismo tiempo que, durante el viaje subsequente de 50 minutos de esa misma persona, pero ahora con cubrebocas, ninguno de los 14 pasajeros resultaron infectados.

Por medio de su modelo, afirman los investigadores, es posible determinar cuáles son las medidas más efectivas para minimizar los contagios en un evento dado. Por ejemplo, reducir la velocidad de transmisión usando cubrebocas, incrementar el distanciamiento físico disminuyendo el número de participantes, o crear burbujas que incluyan un número pequeño de participantes sin que haya mezclas entre las mismas.

Tupper y colaboradores consideran dos casos extremos: una reunión de larga duración y muchos participantes, en la que la probabilidad de resultar infectado es grande, y un segundo caso en el que esta probabilidad es pequeña. Los investigadores encuentran –de manera poco sorprendente- que en todos los casos el distanciamiento físico es una medida efectiva para prevenir la propagación del virus. No sucede lo mismo, sin embargo, con el cubrebocas, que es efectivo cuando la probabilidad de infección es baja, pero lo es en menor grado cuando se ha alcanzado un estado de saturación de infecciones.

Con la vacuna contra el coronavirus todavía a meses de distancia y con dificultades logísticas para hacerla extensiva a toda la población, tendremos en los meses por venir que considerar todas las opciones para limitar su propagación, basados en estudios como el que nos presentan Tupper y colaboradores. A pesar de que, como todo estudio científico, tiene limitaciones y hay margen para que resulte impreciso. Si bien nunca tanto como las versiones que señalaban al principio de la pandemia que los cubrebocas, lejos de ser efectivos, eran contraproducentes.

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