El primer laboratorio científico de la historia

Equivocaciones inevitables



En el año de 1851 se celebró en la ciudad de Londres la exposición mundial “Gran Exhibición de la Industria de todas las Naciones”. Para alojar a dicha exposición se construyó un enorme edificio de acero y cristal, el llamado “Crystal Palace”, que fue desmontado al final de la exposición, y reconstruido en el “Crystal Palace Park”, en la misma ciudad de Londres como parte de un parque de diversiones. En dicho parque se instaló también una exhibición de modelos de dinosaurios y otros animales extintos que habían sido descubiertos no hacía mucho tiempo, la cual, por su valor histórico, se ha mantenido hasta la actualidad.

Uno de los modelos en exhibición correspondía al iguanodonte, descubierto en 1821 en el sur de Inglaterra por Gideon Mantell, un paleontólogo aficionado. La identificación del iguanodonte a partir de este primer descubrimiento no fue inmediata, dado que los restos óseos descubiertos eran incompletos. Mandell, no obstante, propuso que el iguanodón era un reptil de grandes proporciones, cuadrúpedo, con un cuerpo pesado y un cuerno en la nariz. Dicha descripción, incluyendo el cuerno en la nariz, corresponde al modelo de iguanodonte en exhibición en Crystal Palace Park.

Determinar el aspecto que habría tenido un animal extinto a partir de sus restos óseos fósiles no es una tarea simple. Esto lo hace patente el cuerno que le fue adjudicado al iguanodonte, que ahora sabemos -con más evidencias fósiles- era en realidad parte de un pulgar. No tenemos tampoco restos fósiles de tejido blando que nos pudieran dar una idea precisa del aspecto que habría tenido en vida un animal en tiempos prehistóricos.

Y, sin embargo, a pesar de estas dificultades, abundan las imágenes de dinosaurios y otros animales extintos, por lo que cabe preguntarse: ¿Qué tan precisas son estas descripciones y cómo afectan la comunicación científica, tanto entre investigadores, como entre el público en general? Un artículo aparecido esta semana en la revista “Paleontologia Electronica” aborda este tópico. Dicho artículo fue publicado por un grupo de investigadores encabezado por Matt Davis, del Museo de Historia Natural de Los Ángeles, California.

Como apuntan Davis y colaboradores, mientras que el contenido de un artículo científico que trate sobre un animal extinto debe pasar por una rigurosa revisión por expertos independientes antes de ser publicado, algunas imágenes del animal en cuestión, que no forman parte del artículo y que comúnmente se dan a la publicidad una vez que el mismo se ha publicado, pueden no ser tratadas con el mismo rigor. Así, dado el gran poder de difusión de una imagen, se propagan ideas falsas sobre el aspecto que habrían tenido animales en el pasado prehistórico. Y esto, no solamente entre el público en general, sino también entre los expertos.

En estas condiciones, Davis y colaboradores se propusieron desarrollar un proyecto de realidad aumentada para el Museo La Brea Tar Pits en Los Ángeles, California, con imágenes tridimensionales en movimiento de animales extintos, entre los que se incluyen, mamuts, mastodontes, bisontes, camellos, leones, osos, tigres dientes de sable, lobos y berrendos. Dichas imágenes han sido elaboradas siguiendo el conocimiento científico actual que se tiene de dichos animales. Además, cuando hay lagunas en la información que se tiene de un animal particular, la imagen elaborada es intencionalmente imprecisa para reflejar dichas lagunas.

Mediante el proyecto de realidad aumentada, empleando dispositivos de bajo costo como teléfonos celulares, el visitante del museo Tar Pit podrá sumergirse en un escenario del pasado en el que, por ejemplo, interactúan de manera simultánea manadas de bisontes y lobos. Los animales, además, actuarán de manera realista, de acuerdo con el conocimiento científico que se tiene sobre ellos. En contraste, otros aspectos, como por ejemplo el color de la piel, no serán importantes.

Concluyen Davis y colaboradores que su proyecto constituye un ejemplo de las acciones que deben tomarse para difundir imágenes de animales extintos que atiendan al conocimiento científico que se tiene sobre los mismos. Y así evitar la propagación de ideas falsas sobre el aspecto físico que tuvieron animales que se extinguieron en tiempos prehistóricos.

Por lo demás, habría que tomar en cuenta que el conocimiento científico es algo que está en continua evolución, y que algo que es hoy aceptado por los expertos podría ser desmentido en el futuro. Así, de la misma manera como los iguanodontes perdieron su cuerno, en el futuro algunas de las imágenes desarrolladas para el museo de Los Ángeles podrían dejar de ser válidas. Y en lo que a esto último respecta, poco podemos hacer.

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