El primer laboratorio científico de la historia

500 años después



Una vez que los europeos se convencieron de que América no era Asia y de que para llegar de Europa a Catay, navegando hacia el suroeste, había que rodear al nuevo continente por el estrecho de Magallanes, españoles e ingleses buscaron afanosamente un paso por el norte, el famoso Paso del Noroeste, que constituyera un ruta más corta.

Durante los siglos XVI y XVII se creía en la existencia del estrecho de Anían, un canal en el norte del continente americano que conectaría a los océanos Atlántico y Pacífico. Exploradores como Juan de Fuca a finales del siglo XVI, por ejemplo, afirmaron haberlo visto. Hoy en día sabemos que el estrecho de Anían reportado por de Fuca es solamente un canal que rodea la isla de Vancouver.

Pronto quedó claro, sin embargo, que no había un Paso del Noroeste a través del continente americano y que este posiblemente se encontraba al norte del mismo, a través de los hielos árticos. Así, en el siglo XIX se organizaron expediciones para encontrarlo, algunas de la cuales resultaron trágicas. Es el caso de la expedición de 1845 comandada por John Franklin que quedó atrapada en el hielo, resultando muertos Franklin y los 128 miembros de la tripulación. Mejor suerte tuvo el noruego Roald Amundsen, quien en 1906 condujo al primer velero que logró cruzar desde el océano Atlántico al océano Pacífico a través del Ártico canadiense.

Hoy en día transitar por el Paso del Noroeste se ha simplificado gracias a la tecnología naval de que disponemos, muy superior a la que contaban los pioneros exploradores del océano Ártico. Pero no solamente por eso, sino también por una circunstancia que es a la vez desafortunada y afortunada: el cambio climático que está produciendo una disminución del volumen de los hielos árticos. Así, el Paso del Noroeste es cada vez más practicable, lo mismo que la ruta marítima a través del ártico ruso que conecta igualmente los océanos Atlántico y Pacífico.

La disminución de los hielos árticos está abriendo nuevas posibilidades para navegación marítima. En este sentido, habría que notar que la ruta entre Yokohama y Rotterdam a través del Paso del Noroeste es 37 por ciento más corta que la correspondiente ruta a través del canal de Suez, y los mismo sucede con otras rutas entre Asia y Europa. Una ruta que pase cerca del polo norte, que se sería practicable en algún momento, representaría ahorros de distancias todavía mayores

Se espera así un incremento sustancial en la actividad en el océano Ártico. Y en este contexto, un artículo aparecido esta semana en la revista “Proceedings of the National Academy of Sciences” de los Estados Unidos, alerta sobre las implicaciones que tendrá dicho incremento. El artículo fue publicado por un grupo de investigadores encabezado por Amanda Lynch de la Universidad Brown, en Providence, Rhode Island.

Como hacen notar Lynch y colaboradores las rutas árticas no son tan activas como cabría esperar. Esto es debido, entre otros factores, a que son aún riesgosas por la variabilidad de las condiciones climáticas, y a que tienen una limitada cobertura satelital y capacidad de pronóstico de hielo. De manera adicional, las rutas árticas resultan caras debido a las reglamentaciones impuestas por Rusia para la navegación por sus rutas árticas. Con relación a esto, Lynch y colaboradores hacen notar que Rusia impone fuertes restricciones para la navegación marítima a lo largo de su costa ártica, lo que dificulta grandemente el tráfico marítimo. El control impuesto por Rusia está basado en una resolución de la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar de 1982, según el cual los países con costas cerca de las rutas marinas tienen la capacidad de regular el tráfico marítimo de la ruta, siempre que el área permanezca cubierta de hielo la mayor parte del año, lo cual será cada vez más infrecuente.

De este modo, la disminución del volumen de hielo en el Ártico llevará a un incremento en el tráfico marítimo, tanto por el desbloqueo de rutas como por la pérdida de control de dicho tráfico que experimentará Rusia en la medida en que disminuya el volumen de hielo del Ártico y las rutas marinas se alejen de su costa ártica.

En estas condiciones, Lynch y colaboradores alertan sobre las implicaciones legales, medioambientales y geopolíticas que tendrá la desaparición de los hielos árticos, y en la necesidad de reglamentar el incremento en la actividad en el Ártico que será inevitable en los años por venir. Y no solamente por el mayor volumen de mercancías transportadas, sino también por un incremento en el turismo y en la explotación de los recursos mineros y de combustibles fósiles de la región.

Así, unos 500 años después, el Paso de Noroeste estará en plena actividad.

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